Vampirs Moderns: VAMPS en Barcelona 2013 (Parte 1 - La Fila)
Asistir a un concierto va mucho más allá de la llegada al recinto con entrada en mano y pasar a disfrutar el show. Sobre todo cuando se trata de esas bandas cuyos temas forman parte del soundtrack de muchos momentos de tu vida, se remonten al pasado o estén más cerca del ahora.
Cuando ese es el caso, el ritual se transforma en algo mucho más personal y la experiencia comienza desde el momento en el que lo tienes: el ticket en mano que asegura tu acceso a una noche prometedora.
La experiencia para cada uno es tan única y particular como individuos haya en la audiencia. Leer reseñas y oír directamente de la boca del otro lo que para ellos fue, te hace pensar que cada quien habla de un evento diferente a pesar de los momentos en común que cada relato tenga.
Por eso, ya pasados casi los tres meses de esa noche, hoy abro otra micro-ventana en el mundo de las reportes para compartir mis vivencias de esa noche del 28 de Septiembre, año 2013: la noche del concierto de VAMPS en Barcelona.
Jamás habría imaginado mi primera visita a España estaría ligada con este evento. Pero esa mañana del 28, con un cansancio que tenía mis párpados hecho plomo, fue que pude verlo como un hecho y una realidad. Tenía que levantarme y alistarme para lo que sin duda sería un día largo.
Todo lo contado a continuación lo compartí con rottingstrawberry, quien comanda el Street Team de VAMPS y L'Arc~en~Ciel en nuestro país, y en cuyo blog hallarán una reseña desde su perspectiva sobre los aconteceres de este mismo concierto e incluso de otros.
La idea era levantarse más temprano y alistarse para conseguir buen lugar en la fila. Pocos eran los datos que se tenían sobre la organización del evento y queríamos tener un buen puesto.
Pero nada, traíamos un cansancio acumulado y ya estábamos a la par con la propia Barcelona: renuentes a despertar temprano. A esas horas, cuando en nuestro país ya los rayos del sol te achicharran las pestañas, Barcelona estaba sumida en penumbra y la monumental Sagrada Familia mantenía su majestuosidad en secreto tras esa misma cortina.
Ya una vez arriba, primero muertas que sencillas. De eso sigo pecando. Comodidad? Por supuesto, pero cuando los eventos son especiales para mi, quiero sentirme igual de especial por dentro y por fuera. Eso ayuda a los nervios (mañas). Así que nos tomamos nuestro tiempo para alistarnos.
El día anterior habíamos hecho un pequeño mercado para prepararnos un desayuno apropiado y comer al llegar. Así que con la "lonchera" lista y cada una satisfecha con su pinta, salimos.
La ruta era corta, unas pocas estaciones más tarde ya estábamos frente a la Sala Apolo. En efecto: con 9 personas ya instaladas en fila, ocupamos lo que serían los números 10 y 11, marcados en el dorso de nuestra mano por la primera persona en llegar, quien tomó las riendas para organizar la fila "porsia". Gesto que más tarde sería de utilidad para mantener cierto orden, lo más que se podía.
Ya de ahí la fila fue creciendo lenta y progresivamente, para llegar a un animado grupo a horas del mediodía. Amigos que no se veían de hace mucho, amistades estrechas, enemistades de esas letales, extranjeros, los que se ponen sus mejores galas para la ocasión y los que con un par de jeans y franela ya están resueltos; incluso algunos restos del pasado concierto de GazettE en Toulouse, con sus respectivas franelas como reminiscencia de esa noche que aún estaba fresca en sus memorias.
En fin, las filas de los conciertos son sinónimo de diversidad. Entretenido de observar, o quizá agobiante. Pero siempre se respiran los nervios causados por esa anticipación. Igual la larga espera para muchos se transforma en momento de encuentro y compartir, lo que ayuda a entablar lazos para disfrutar juntos de la Gran Noche.
Para mi es un poco angustiante, la mayoría de las veces. Las multitudes me ponen de nervios, lo cual es absurdo si quieres disfrutar un evento así. Pero ya ir con un amigo o dos lo alivia un poco.
En fin! Por mucha cola que hiciera, algo muy importante me faltaba: la entrada. Con cuadres de última hora ya tenía a alguien dispuesta a vender una entrada extra, y quedamos en hacer la transacción en el hotel donde se hospedaría: cerca de Plaça d'Espanya.
Con dedos cruzados esperando que el número al dorso de nuestra mano nos asegurase el puesto, fuimos a la terraza de Las Arenas (un centro comercial construido de una Plaza de Toros) y en la compañía del genial Fanbook preparado por el Street Team, almorzamos otro sandwich y ricas sobras de Dorayaki de chocolate blanco y té verde, de la pastelería japonesa Takashi Ochiai. Ya casi encima de la hora, dimos algunas angustiantes vueltas antes de finalmente encontrar el hotel!
Para compensar el mini terror de no encontrar el hotel tan fácil, la persona que me vendería la entrada estaba llegando al lugar justo al mismo tiempo que nosotras! Ni la dejamos registrarse, pobre jaja. Pero presto hicimos el intercambio y pudimos regresar a nuestro lugar en la fila.
Ya los ánimos se caldeaban, había más gente, más ruido, más ansiedad, pero también más emoción! La actitud defensiva también se hacía un poco más notable, pues no todos querían tener puesto en fila definido por un número en la mano. Allí faltó mano del local, pero más desentendidos no podían estar. Esta clase de conciertos de mediana escala suelen dar lugar a esas fallas, sin importar el rincón del mundo: no es un evento tan pequeño para dejar a la audiencia ser y existir como les plazca, pero tampoco es un concierto de estadio lleno para dar la importancia que se merecen aquellos que pagaron por tener la oportunidad de asistir. Supongo que existirán excepciones, claro.
Durante esas horas antes del anochecer compartimos con los conocidos. Bueno... Nao lo hizo. Yo me limitaba a ver y a decir lo que tuviese que decir así quedito cerca de ella ó_o);; Me comió la lengua el gato y pues nada... pero sin duda las personas que pude conocer y con quienes compartimos espacio la mitad de la espera, son bastante geniales, divertidas, ridículamente bonitas y con cada ocurrencia que fácil te partías de risa.
Cuando el Staff -que a partir del mediodía rondaba el lugar con seño fruncido y paso apresurado de persona ocupada- tomó posiciones en la entrada, y las barandas de separación trazaron una ruta protegida de la acera a la entrada de la Sala Apolo, se supo que la banda estaba por llegar.
Con cierto temor de acercarme demasiado estuve junto con Nao en una pequeña esquina junto a la puerta. Teníamos dos homónimos al lado: un par de chicas japonesas que brincaron el charco para ver a sus paisanos en otras tierras. Ambas se despojaron de sus camisas para mostrar ánimo de una forma más desenfrenada y acoplada al estilo característico de esta banda. Creo que usaban el top de esos trajes de baño que eran parte de la mercancía de Beast on the Beach 2012.
En fin, se acerca el misterioso bus y de él, finalmente emergen los miembros de la banda uno a uno. Para mi, sería la primera vez en la vida de verlos a todos. Exceptuando a Hyde, a quien apenas pude apreciar a distancia como un frijol bailarín en el icónico concierto de L'Arc~en~Ciel en Nueva York el año anterior.
Jin y Arimatsu pasaron a la carrera, o simplemente no los pude ubicar. Luego ya pude ver a Ju-Ken (representante del 70% de lo que justificaba mi presencia allí...), y luego KAZ y HYDE finalmente haciendo que las largas horas de espera para muchos de los presentes valieran la pena.
En sincronía y con la timidez que los envuelve fuera de los atuendos que conforman parte del "yo vampiro" que son en esta banda, no dudaron en complacer a todo el que les fuese posible alcanzar. Firmaron autógrafos, estrecharon manos y ofrecieron sonrisas.
Los rostros de emoción de las personas sumidas en el momento eran algo agradable de apreciar. Una vez que toda la banda estuvo ya dentro de la seguridad de la Sala Apolo, dejaron detrás de sí un rastro de personas con ojos aguados, chicos que reían abiertamente en una mezcla de emoción y nervios, chicas que saltaban repetidamente en un mismo punto soltando una retahíla de palabras poco comprensibles pero que expresaban solo sinónimos de alegría; amigos que compartían sus opiniones tras haber visto a las estrellas en carne y hueso, y aquellos que saboreaban el gozo para sus adentros.
Nuestras homónimos japonesas se pusieron sus camisas nuevamente, y con el mismo brillo jubiloso en los ojos regresaron a su esquina para compartir en pocas palabras la impresión que aquella escena les había causado.
Ese momento logró compactar a la audiencia mucho más, esa oportunidad de compartir. Puedo decirlo con propiedad, pues después de ese instante, una de las chicas que tenía delante (con un cabello alucinantemente colorido) logró entablar amena conversación con una de las chicas de Rusia (creo) que también ocupaba frente a mi. Y tal fue el caso de muchos otros, que se fueron removiendo etiquetas de nacionalidad y estilos para transformarse en algo más homogéneo.
Por nuestra parte, gracias a la presencia de J pudimos hacer llegar el aporte venezolano a manos de la banda. J ha sido representante en giras anteriores, y prestó su presencia para brindar apoyo adicional, asumo. Y con eso ya se iba otro peso de encima... este Fanbook fue una iniciativa poco sencilla de llevar a cabo, pero esperamos que con los frutos que resultaron de él, las personas de nuestro país que apoyan a la banda (o cualquier otra agrupación japonesa) se sientan motivadas a participar en más proyectos de apoyo.
La luz se iba atenuando muy lentamente, y viendo que el ambiente se caldeaba nuevamente conforme existía más movimiento del staff de la Sala, y más personas llegaban, decidimos ir a comer algo cerca.
Nuestra parada fue el Pans & Company literalmente a la vuelta de la esquina! Estaba bastante vacío, con sus pisos pulcros y un baño igual de vacío y silencioso. Fue nuestro oasis para respirar antes de retornar al jaleo. Y allí nos volvimos a alistar antes de volver. Queríamos ponernos un par de cachitos que Madame Chocolat vendía en su cesta de gangas, e iban muy bien con la ocasión.
...pero aún tengo que agarrarles el truco. No sé cuántos pelos le arranqué a Nao de tajo, peleando con los condenados. Y ni hablemos de los míos, que en Barcelona boté más pelo que un gato por razones ajenas a mi entendimiento.
Por fin alguien del personal de la Sala jugó un poco al ajedrez con las filas y quedamos ubicados en la entrada lateral de la Sala, donde una gran marquesina luminosa marcaba con orgullo VAMPS. Y solo eso creaba más ambiente. Ése era el lugar, ésa era la entrada y ésa era la banda que tocaría esa noche.
Con las filas movilizadas más veces de las que recuerdo, mi cabeza revuelta por la cantidad de idiomas que se escuchaban en simultáneo y los nervios crecientes, el sol se despidió con la promesa de querer escuchar las historias de todos en esa noche al siguiente amanecer.
La anticipación tenía mis pasos entorpecidos. Ya al pie de la escalera que guiaba a la Sala, un par de chicas hicieron revisión de los códigos marcados en las entradas adquiridas por internet, y tras verificar te hacían entrega del- obsequio? Que prometía la entrada "Early Access". Ambos casos aplicaban a mi entrada y la de Nao.
Para nada en mal plan, ahí tengo yo el sticker como centro y cabecera de mi repisa de accesorios y maquillaje, como recuerdo del concierto. Pero fue más palabrería y alarde del obsequio misterioso que entregarían que lo que era realmente... haber dicho más temprano que era un sticker y todos quedaban contentos sin caras de niño que no recibió lo que quería en Navidad.
Luego de tener claro que el puesto de ventas estaba dentro de la Sala, y que eso le podía costar puesto a cualquiera que no tuviese ganas de jalarse los moños por regresar tras su compra, mejor quedamos en pasar por ahí al final de la velada.
Corrimos, ocupamos una minúscula porción de suelo en segunda fila del lado izquierdo (
Y pues ya, ahí estábamos. Había sido un día extremadamente largo, con las emociones en una montaña rusa. Fue mucho lo que pude observar y escuchar. Porque estos eventos dan lugar a todo eso. Puede sacar lo peor de una persona, es verdad. Pero también lo mejor. En el plazo de un día, o de unas horas puedes volverte cómplice de aquél que esté atrás o delante de ti.
Pero es esa camaradería, compartir la botella de agua, ir a comprarle un café al que tienes al lado, guardarle el puesto a un extraño que realmente necesitaba ir al baño o compartir en susurro esas informaciones clasificadas que siempre se escurren dentro de las filas.
Todo eso y más se vive previo a un concierto. Para resumirlo: es una jornada. Es una oportunidad para convivir. Y si se va con un amigo, es una oportunidad para formar un equipo sólido en el que protegerse mutuamente es primordial. Todo con la mira de aprovechar al máximo la experiencia y no convertirla en algo que lamentar más tarde.
Tengo mucho que aprender aún respecto a esto, claro está. Es inevitable no estar a la defensiva cuando te encuentras en un gran grupo de extraños, de distintas culturas e incluso idiomas que no puedes comprender. Pero aprendo una lección de vida en cada concierto al que asisto, y quisiera aprender a ser más útil -o al menos invisible- a que convertirme en el blanco de ira de aquel contra el que tenga que estar apretujada en una arena por dos horas. Insisto, es una cuestión de convivencia...
Por eso digo que va más allá de comprar la entrada y asistir.
Tuve consciencia plena de este hecho en el momento en el que se apagaron las luces y la audiencia rugió jubilosa desde el fondo de sus corazones, esa noche en Barcelona.
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